Llamaron a la puerta. El teniente, le dio paso y el cabo furriel de la quinta compañía pidió permiso para entrar. Se sentó frente a la mesa y empezó a hablar con el oficial. Necesitaba un favor del teniente. El superior le iba a ayudar, pero quería algo a cambio. El cabo, quizá pensando en los gustos del teniente, se levantó, se quitó la guerrera, y la camisa y se echó en el sofá que había frente a la mesa.
El teniente no esperaba que saliera por ahí y le dijo que tenía unos bonitos tatuajes. así que empezó a desabrocharse el pantalón
Tengo más tatuajes, le dijo
Desde luego tenía un rabazo
El teniente no esperaba que saliera por ahí y le dijo que tenía unos bonitos tatuajes. así que empezó a desabrocharse el pantalón
Tengo más tatuajes, le dijo
Desde luego tenía un rabazo
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