Tomé la infusión. A la mañana siguiente me fui a trabajar, como siempre. Lo peor para mí en ese momento era por la tarde, procuré estar abrigado, pero al acostarme, me costaba entrar en calor. Y eso que tenía una manta extra.
Pasó como todas las noches, el hermano Carlos
Siempre muy amable, con mucho tacto. Me preguntó como estaba y yo le dije que no acababa de entrar en calor. Se sentó a mi lado. Me tocó los brazos, los tenía templados, pasó sus manos sobre mi muslo y notó que tenía frío, al meter la mano entre las sábanas, rozó la punta de mi polla, que reaccionó en seguida
pero no dijo nada, me tapó bien y se despidió hasta el día siguiente. Yo no soy gay, pero me agradaba la presencia, y la conversación, del sacerdote y la forma en la que me trataba. Esa noche no dormí bien, me desperté, y le oí pasar por el pasillo, haciendo la ronda nocturna. él debió notar en mi respiración que estaba despierto. Y preguntó muy bajito, si estaba dormido, le dije que no, y entró.
Me preguntó si seguía con frío, le dije que no, pero que no cogía el sueño. De nuevo, empezó con sus caricias, esta vez, metió las manos entre mis sábanas y comprobó que estaba caliente, pero su mano, cuando rozó mi polla, no se apartó. Al contrario, la cogió, enseguida empezó a crecer y solo hizo un comentario sobre eso. Te importa? dijo. Le dije que no. Y empezó a acariciármela. Arriba y abajo, arriba y abajo...

Comentarios
Publicar un comentario